Mi historia

Nací en verano, cuando los días son largos, la luz intensa, las frutas ricas y abundantes y los bichos se afanan en prepararse para el invierno. Tras nueve primaveras con sus nueve otoños ya me sentía profundamente aburrida de la monotonía del pueblo, deseaba salir a conocer cosas nuevas. Mi intuición me decía que afuera había un mundo lleno de vida por descubrir.

Pero aún faltaba tiempo para poder volar y lo pasaba escudriñando las fotos de familia que mi abuela guardaba en una caja de lata. Me atraían esos rostros de personas serias, nada de saltos, nada de poses, tan solo la sobriedad de alguien que se está haciendo algo importante, un retrato. ¿Qué había detrás de aquellas vidas que parecían haber sido siempre grises?

Al fin llegó el día, había decidido estudiar Ciencias del Mar y lo haría a 2000Km de distancia, en las Canarias. Ahora sólo quedaba dar el comunicado en casa…

Mi madre, como todas las madres, aplaudía bajo la mesa aquella insólita idea con la que de pronto irrumpía su hija mayor.

Mi abuelo comentó que con esa carrera no podría trabajar en el pueblo pues “aquí ya no hay agua ni en el pantano”.

Mi padre quiso dejar claro: “te vas un año, tu verás lo que haces, si no te vuelves”.

Tuve mucha suerte, nadie dijo no. Así que hice la maleta y me monté en un avión de Iberia de aquellos en los que te daban de comer y hasta se podía fumar. Era mi oportunidad y no pensaba desperdiciarla.

¡Comienza la aventura!

Tanto que agradecer a los fotógrafos que se cruzaron en mi camino. Mujeres y hombres que me hablaron de la magia de dibujar con la luz. Los hubo que me aconsejaron sobre qué máquina comprar, los que me contaron la historia de la fotografía y la poesía escondida tras la imagen, aquellos que me explicaron los procesos, los que me regalaron libros… a todos ¡Gracias!

Entre foto y foto seguí conociendo el mar: cómo funcionan las cosas ahí abajo, qué seres lo habitan, cuáles son sus ciclos…y aprendí que en la mar todo es diferente a lo que antes había estudiado sobre la tierra, era como descubrir un mundo nuevo; un mundo que cubre tres cuartas partes del planeta y que influye directamente en todos los procesos.

Todo cobraba sentido, el ciclo de interacción océano-tierra-atmósfera da lugar a la vida tal y como la conocemos hoy en día.

Muchas más interacciones se iban a dar por aquel entonces… Con la llegada de un otoño suave apareció por clase Alejandro, el buzo. Llámalo flechazo, amor a primera vista, reconocimiento a nivel del alma…como quieras. Se convirtió en mi compañero de aventuras y mi socio de vida. La sinergia fue instantánea y pronto comenzaron a suceder cosas.

Viajes de trabajo, de buceo, de placer alrededor del mundo. Oportunidades de llegar a lugares recónditos. Once años de vida a bordo investigando los océanos, buceo autónomo hasta más de 100m de profundidad y hasta 400m en un sumergible. Tribus ancestrales, comunidades en desarrollo. Retos. Aprender a permeabilizar con otras personas para sobrepasar la barrera del idioma y la cultura. Descubrir otras formas de hacer las cosas y entender que también son válidas.

Confiar, experimentar y seguir aprendiendo. Eso es Vivir.

Amo volver a mi pueblo, es mi punto de referencia, aunque a algunos de los que me vieron partir ya no puedo abrazarlos al regresar.

Me considero fiel amante de la vida tal y como dios la ha creado, de la naturaleza en estado puro y de los pueblos que han sabido adaptarse a ella sin someterla, sin destruirla.

En estas páginas os compartimos la vida en forma de catálogo de fotografía planetaria recogido durante nuestros viajes, la VIDA vista a través de los ojos y la experiencia de amarytierra, porque todo lo vivo es bello y todo lo bello es verdad.

¿Alguna vez has soñado con descubrir el planeta en el que vives? ¿Alguna vez has sentido Amor por el Mar y por la Tierra?